07 noviembre 2008

Filosofando vol.II: Cómo los libros se utilizan (también) como elemento de venta masiva.

Escribir. Aporrear un teclado de ordenador o coger un boli Bic y garabatear cuatro letras juntas. Ese es todo el trabajo de escritor. Y luego sentarse a esperar a que llegue el dinero a la puerta de casa en un maletín de cuero, llame a la puerta para decir que ha llegado, y que vaya el solito al banco a ingresarse. ¿Y eso es ser escritor? Eso parece...

En este momento, quiero citar a alguien cuyo nombre (como el de la mayoría de los citados aquí) no recuerdo.
"Para ser un buen escritor sólo hace falta una cosa: ser un buen escritor. Para ser un escritor famoso, hace falta ser un escritor (da igual ser malo o bueno), y saber de márketing".

He aquí el problema. ¿Se ve, no? Sí, lo que yo decía. Hay bien pocos escritores que, cuando se sientan a escribir, lo hacen pensanso en talar 18236733366434556324573281 millones de árboles para fabricar su ladrillazo de 1200 páginas, y luego venderlo hasta en los aeropuertos. Y los que escriben pensando en eso, obviamente, sacan somníferos como el del señor Ken Follet, Los Pilares De La Tierra (mi padre mismo lo usaba para dormir). Que, hombre, yo lo tengo en edición de bolsillo... y es un suplicio para leer, bien por el papel de cebolla, que se rompe en cuanto lo miras, o por la letra, que es una tortura para los ojos.
Dejando de lado los errores editoriales, zanjo con que a ese libro le sobran, al menos, 300 páginas.

Por culpa de estos escritores con ánimo (y tantísimo ánimo) de lucro, surge el lamento ese de "A mí no me gusta leer". Pongo la mano en el fuego, jurando que hay escritores que le darían más de una patada en el culo a Dan Brown. Pues las bellas palabras y las buenas historias surgen de vez en cuando, inocentemente, no con ánimo de forrarse. Si montas una novela de puta madre la has de haber hecho sin la prioridad monetaria. Si la escribes, entonces, ¿a qué coño esperas para ir a la editorial? Ojo, con esto no critico a todos los autores de éxito internacional, solo a los que, como al señor Follet, se le sube la fama a la cabeza (y eso que En El Blanco tenía su puntillo). Porque hay algunos que se han hecho un nombre con esfuerzo. Pues ya lo decía un gabacho de cuyo nombe no logro acordarme:

"Al escribir, hay que dejarse la piel sobre la mesa"